Resultará de interés para los colegas y la sociedad en general - sobre todo al sector agropecuario - conocer el porqué del 6 de agosto como Día del Ingeniero Agrónomo y del Médico Veterinario. Para ello debemos remontarnos a 1872, cuando en ese año regresaba al país Eduardo Olivera con su flamante título de Ingeniero Agrónomo que había obtenido en la Escuela de Agronomía y Veterinaria de Grignon en Francia (ya no existe). De esta forma fue el primer ingeniero agrónomo que pisaba suelo argentino.

Pero vino con una idea muy definida de crear algo similar en nuestro país, dada la fuerte orientación agropecuaria existente en aquella época. Así resuelve poner en marcha el Instituto Agronómico y Veterinario llamado Santa Catalina en Llavallol (provincia de Buenos Aires).

Pero pasarían 11 años para que se concretara el inicio de las clases con esas especialidades en dicho instituto y eso fue el 6 de agosto de 1883, es decir hace 139 años. En su apertura se inscribieron 17 alumnos y cuatro años después, en 1887, egresarían los 10 primeros ingenieros agrónomos y tres veterinarios.

Por ello se conmemora nuestro día en coincidencia con aquel 6 de agosto del comienzo de las clases de Agronomía en el país. El éxito inicial fue tan importante que la segunda camada tenía 51 inscriptos. Esto siguió con el tiempo y así surgió después la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Plata, que absorbió al instituto.

Viniendo 100 años hacia aquí, nos encontramos que en 1983, bajo la Presidencia del Dr. Raúl Alfonsín se dio entidad nacional a este día, mediante el correspondiente Decreto nacional.

Nadie mejor que aquel gran maestro de la Agronomía argentina como fue el ingeniero agrónomo Lorenzo Parodi describiera en su clásica de la Enciclopedia de Agricultura, el papel de la Agronomía y los ingenieros agrónomos frente a los requerimientos de la sociedad.

Tres aspectos básicos

Solo podemos resumir muy escuetamente los tres aspectos básicos de la misma: a) Trabajar en lograr mejores cultivos para alimentos humanos. b) Mejores cultivos para obtener las fibras necesarias para vestimentas del ser humano. Más recientemente los cultivos para biocombustibles y bioenergía. c) En nuestra provincia el papel ascendente de la profesión comenzó con mucha fuerza -hasta el día de hoy luego del tremendo colapso económico y social que sufrió Tucumán con el cierre intempestivo de 15 ingenios (después se rehabilitarían cuatro) en 1966-67, sumado a una tremenda coincidencia con la fuerte y rápida evolución de la enfermedad en los cítricos (naranjas y mandarinas que dominaban la provincia), patología de origen virósico denominada “tristeza de los citrus”. El limón (muy pocas pequeñas plantaciones) no fue afectado. Entonces la Experimental puso el enfoque allí, y así surgió la impresionante industria del limón (una de las más importantes del mundo). Paralelo a ello comenzó un nuevo cultivo -la soja- donde se desconocía todo, o los cultivos de trigo, porotos, etc., todo lo cual hacia imprescindible el trabajo de los ingenieros agrónomos, de allí la valorización de la profesión.

Por un lado para recuperar la devaluada actividad azucarera, con una tecnología absolutamente nueva - hasta el día de hoy, con los necesarios adelantos de la época - y que Tucumán desconocía. Para mayor ilustración, en 1966 con la debacle, las prácticas de cultivo y cosecha eran igual a la década de 1930. La pala y la azada eran las herramientas básicas del cultivo manual y en la cosecha lo eran el machete y el cuchillo cañero.

De allí pasar a los agroquímicos y la cosecha mecanizada había un salto enorme, lleno de incertidumbre en el sector productivo y en las fábricas con la molienda de caña con “trash” (basura) y que no estaban preparados para ello. Todo esto más nuevas formas y equipos para cultivar y abonar, etc. con los equipos “triples” (primeros en Sudamérica) tornaban necesarios el trabajo del ingeniero agrónomo, más las nuevas variedades, etc. No había margen para errores. Era fundamental bajar costos y mejorar rendimientos. Después de 10 o 12 años la actividad se recuperó y volvía a ser rentable. Fruto total del correcto trabajo agronómico efectuado.

Nuevos enfoques

En el mismo sentido señalamos la apertura del nuevo cultivo citrícola con el limón y su posterior industria, gracias a las variedades elegidas en la época, como Génova y Eureka de origen de Sicilia (Italia), por su tamaño, cantidad y calidad del jugo y de los aceites, etc., que superaron ampliamente al “limón sutil”, más pequeño y difundido desde Bolivia y México. Todo un éxito de la agronomía tucumana y sus profesionales. También incluimos el nuevo enfoque en el cultivo de paltas, con las variedades, novedosos sistemas de injertos, etc. Qué decir con el avance del cultivo de soja, trigo, etc., donde el papel del ingeniero agrónomo es fundamental.

Estos hechos muy resumidos- demuestran el papel de nuestra profesión, con sus correspondientes enfoques económicos o con el control de plagas, enfermedades, etc. en las plantaciones.

Eso es Agronomía. Un conjunto de ciencias químicas y biológicas con orientación económica. Por último, un aspecto a destacar es la orientación académica de nuestro título. Resulta evidente que la Universidad Argentina desde 1900, siguiera en cuanto a la Agronomía se refiere, los conceptos de la “escuela Francesa”, donde el máximo logro es ser ingeniero agrónomo (luego pueden seguir los posgrados) y en cambio la “escuela sajona” (caso EEUU), los títulos son el Bachelor, el Master y luego el Doctorado. Hoy la Universidad argentina pasa del Ingeniero Agrónomo al Doctorado. Es solo un detalle.